cuando agonice mi voz y mis dedos inertes no puedan acariciarte
mi cuerpo caerá y ya en el suelo
mis ojos cubiertos de sangre darán su última mirada al vacío.
En otro tiempo solía huir mi corazón hacia las plantas, acostumbraba a detenerse en ellas y a ellas se aferraba; mas yo nunca descansaba y mi alma no estaba presente. (Hölderlin)
No hay comentarios:
Publicar un comentario